“LA DISTRIBUCIÓN DIGNA DE LA RIQUEZA SE GARANTIZA GENERANDO TRABAJO”

Por: Dr. Santiago Nardelli
Senador Provincial (FPV)

Dos carteles mal pegados se superponían por azar en un teléfono público. Decían “todos con el campo” y “se necesita vendedora”, con la dirección del comercio que la requería.
La Argentina tuvo profundos cambios. No sólo ahora, década tras década. Tanto es así que para quién escribe estas líneas la palabra “cambio” no conlleva ninguna connotación positiva, ni negativa. Es neutra. Negativa a veces y positiva también. Pesan la realidad y los objetivos trazados


Dinámica vs. Estática
Queremos consolidar los cambios que de seguro representaron una evolución en el nivel de vida de los argentinos.
Sin dudas la drástica reducción del desempleo es uno de los principales logros. Un tema que fue el principal para la sociedad en su conjunto hasta hace no más de 4 años. Hoy no figura como prioritario en las encuestas “de preocupación” y, demasiadas veces, quienes interpretan esos “datos” surgidos de ellas, olvidan mencionar su “desaparición” y mucho más, el por qué de tal cambio en la percepción popular. Pretendiendo con ello ocultar una política de Estado constante y efectiva que no sólo incluyó a una gran masa de trabajadores sino que también apostó al Trabajo Registrado (“en blanco”).
Tampoco podemos dejar de consolidar el crecimiento del país que esta vez no se hizo a la espera del “derrame”, el que no ocurrió nunca en los 90, por lo menos en los límites del territorio nacional. Este crecimiento se logró incluyendo a la gente, trabajadores y jubilados, y ni el analista más optimista aventuraba esta realidad. Es decir, crecimos. Pero aún falta, porque quedan aún argentinos por incorporar.

Todos declaman querer hacerlo; justicia social, equidad, institucionalidad y cuanta virtud del Estado se pueda esgrimir es enunciada en cuanta luz y cámara se enciende. Pero en el debate del “cómo hacerlo” discrepamos. Algunos estamos convencidos que el camino tomado es el correcto. No por una cuestión de fe, sino porque los resultados obtenidos nos transmiten confianza. Otros plantean (por enésima vez) un camuflado retorno al viejo sistema especulativo. Un replanteo del replanteo. Aumentar la tasa de interés y que la especulación supere una vez más a la producción. Replantear si debe discutirse la concentración de riqueza, cuando meses atrás, en campaña, marcaban el tema como asignatura pendiente; Replantear nuevamente el costo laboral contra el empleo digno, la alimentación, la salud y en definitiva la presencia del Estado. No del Gobierno, del Estado. Esa construcción que en 2001 abandonó a los argentinos y que hemos comenzado a recuperar.



Estado Presente
La reaparición del Estado como actor con el Gobierno de Néstor Kirchner generó un nuevo esquema de poder en Argentina. Y el reacomodamiento, aunque más no sea el doméstico, casi siempre genera una incomodidad para quién justamente estaba cómodo. Así los sectores más estáticos del poder tuvieron que compartir con un nuevo y poderoso actor el escenario. Entre las corporaciones, las multinacionales dueñas de las tarifas renunciaron a la imposición como método y con ello a la transferencia de sus dividendos al exterior (vaciamiento del país). Alguna Shell lo intentó y no le fue bien. Apareció el representante del Estado y defendiendo el interés general reencauzó la normal conflictividad entre prestataria y controlador. También los supermercadistas que se sentaron a resolver con el Gobierno los desafíos que la dinámica de la economía generaba. Los industriales, que se vieron favorecidos por el tipo de cambio, acompañaron con beneplácito la irrupción del Estado como moderador y defensor de sus intereses, fuera y dentro del Mercosur, fundamentalmente frente al industrializado Brasil. Acompañan también los sindicatos, que a pesar de que se encontraron muchas veces superados por sus bases, que con el empleo como conquista, comenzaron a reclamar todos los derechos en la relación de empleo y entonces volvieron las paritarias para conducir esa conflictividad permanente. Y muchos más.
Así también lo entendieron los jubilados. Esos olvidados por décadas. Recibieron aumentos y cobertura de salud. Las variables del sector han evolucionado y continúan haciéndolo. Y la gente en general. Tanto es así, que ante la propuesta de la campaña de la hoy presidenta de profundizar los cambios no hizo falta una segunda vuelta electoral.
Dentro del esquema del poder, la Política fue revalorizada como actividad, tanto que por el 2004 la Cámara de Diputados retiró el tapial de hierro que impedía el acceso a la misma y hoy, aún aquellos por quienes se pedía “que se vayan” de la actividad pueden “ejercer” ahora sin agravios generalizantes. Esta es una conquista de la sociedad. Pero cuidémosla, porque vemos hoy debatirse a muchos políticos entre los actores del Poder, apoyando reclamos corporativos o sectoriales, que nunca en su vida sintieron propios y hoy acompañan todo aquello que tiene un teórico rédito electoral. Más bien “encuestoral” (valga el pretendido neologismo); porque rara vez han trasladado esa cuestión a las urnas. Se visten con la ropa de moda pero quienes los conocemos los vemos disfrazados.
Claro, la Argentina no debatió ideas de poder y gran parte de los desprevenidos creen que las cosas cambian sólo porque cambia un Gobierno. De ahí la desilusión con la Alianza, mucho más allá del grotesco que protagonizó el Dr. De la Rúa. Poco cambió del Poder hegemónico de entonces. Riesgo País, (Standard and Poor’s), FMI, etc. Nos distrajeron con rencillas políticas y si uno mira atrás poco había cambiado y nada querían cambiar. Pero hoy existe una discusión.
Cuando, más arriba en el texto, decía que el Estado nos abandonó, lo hacía a sabiendas que ese espacio de poder fue capitalizado por otros sectores y que recién con Kirchner la sociedad civil, el Estado, retomó su rol. Con su representante elegido en las urnas y con el Gobierno que ejerce ese mandato tanto por derecho como por obligación. Y su mandato es la defensa del bien común, no posicionarse de acuerdo a la comunicada tendencia o al volátil humor de turno.
Y la política jugó su juego propio. Alguna izquierda tradicional siguió planteando como alternativa al enemigo de toda mejora: “lo ideal”. Evitando, así, asumir logros de un gobierno popular y no perder nada de lo suyo o no desperfilarse. Otros avalan y acompañan, y otros partieron hacia nuevos rumbos y discursos para congraciarse con los sectores que se incomodan con el Estado (siempre que no les sirva) y hoy con el Gobierno. Así con la política asegurada como actividad no vergonzante, cambiaron estética, discurso, convicciones y compromisos para situarse como una posible alternativa. Con un plan: que todo vuelva. Que el Estado no intervenga camuflando la intención en permanentes críticas metodológicas. Allí fue Carrió, sin Lovuolo que proponía retenciones móviles y en definitiva sin el ARI. También tomo distancia Duhalde sin PJ institucional, a la espera del agradecimiento del “campo” por la licuación del pasivo sectorial; y Lavagna, sin ministerio. Siguieron silenciosos Macri y un frustrado López Murphy. Los demás referentes se ocultan en comunicadores que hacen las veces de oposición “independiente” desdibujando su rol y convirtiéndose en editorialistas permanentes para velar la palpable ausencia de ideas opositoras.



Gran Hermano
Encontraron en De Angeli lo que tanto criticaron. Un emergente de un Reality montado en Gualeguaychú sobre un violento e irreflexivo piquete, donde los canales de noticias (al igual que el tan criticado Gran Hermano) nos mostraban de mañana, tarde, noche y madrugada imágenes y replay del piquete y del piquetero (por rural que sea). También se amplificaban sus caras de disconformismo mientras hablaba la presidenta de la Nación. Además, con ninguna intención anárquica, a este ciudadano común le otorgaban el mismo espacio (y legitimidad en los editoriales) que al representante del Estado. De la Nación. Y no se lo criticó por insultar y degradar a nuestro representante. En el caso es Cristina Fernández de Kirchner; pero con ello nos insultó a todos; al menos así lo sentí cuando vi la reproducción de sus dichos en algún recorte de la prensa internacional.
El piquete, el desabastecimiento y la pseudo aduana allí instalada fueron prepotentes, intolerantes y violentos.
Hoy el compromiso, como país, es seguir avanzando. Con tolerancia. Tratando de contener a aquellos sectores que reclaman y que no se sienten incluidos dentro del histórico crecimiento del país. Pero también sincerando las expectativas y los beneficios recibidos.
Patacones, Lecop, Riesgo País, etc. Hoy la realidad es otra. Aunque no lejana en el tiempo si en la economía. Ya no son los clubes del trueque el principal lugar de intercambio y se exige a cuanto vendedor ambulante que se “regularice”. Esto es posible en un país que reconstruimos todos en poco tiempo. Nadie es “el dueño” de ese progreso pero si debemos protegerlo todos como propio porque representa el bien común y un camino para avanzar y no para retroceder.
Distinguir
El complejo análisis del tema agropecuario merece no caer en la trampa de generalizar lo no generalizable. Aunque tengan puntos de contacto no es la misma realidad la de los productores con largos períodos de sequía, que la de aquellos preocupados por el valor de la urea.
Tampoco uno debe desconocer la dinámica de un sector que, de seguro no todos sus componentes, acumuló una deuda al 2003 que tenía, sólo en el Banco Nación como garantía, la hipoteca de 14.000.000 de hectáreas. Que dicha deuda, sin contar con algunos malos administradores que los debe haber también, fue producto de la política 1 a 1 del ex presidente Menem. Hoy, recordar lo bien recibido que era en la Sociedad Rural, representa un verdadero ridículo del sector.
También, recuerdo un triste episodio con una jubilada, Norma Pla, a la que pretendieron caricaturizar sacándole la peluca. Estaba ahí porque reclamaba una mejora en los $ 150 de su jubilación y reprobaba la gestión (de la ausencia del Estado) de Carlos Menem. Norma Pla no fue hasta donde yo tenga conocimiento deudora del sistema financiero y falleció sin poder recibir nada del Estado, ni siquiera los sucesivos aumentos que el Gobierno de Kirchner reconoció a los jubilados que cobraban la mínima.
De las 14.000.000 de hectáreas hipotecadas hoy queda menos de un millón. Aclaro que el Chaco, en estado de importante avance a través de un fideicomiso, y el Sudoeste Bonaerense aún hoy no han podido resolver definitivamente su situación. Deben y merecen un tratamiento acorde a su situación particular y por ello esta conflictividad que plantea el sector contiene el reclamo, pero su solución justamente, pasa por tener un trato desigual al resto. Y debemos ser explícitos aquí dejando afuera de la discusión por las retenciones móviles a la soja, al sector del campo afectado por las variaciones climáticas y los últimos tiempos de sequía. Porque confusiones tales, impidieron que el gobierno pueda avanzar en una agenda particularizada de temas y soluciones sectoriales que incluían no sólo la diferenciación de los pequeños y medianos productores, sino la de cada especialidad de la producción: leche, trigo, carne, soja. No olvidemos que la igualdad se debe entender como “tratar igual a los que se encuentran en iguales circunstancias”.
Seguramente semejante acumulación económica tiene que estar respaldada en la rentabilidad cuanto menos del sector que estaba endeudado. Además…La deuda tomada en dólares fue pagada en pesos, que para quienes tenían los silos con granos representó un enriquecimiento importante. Se pagaron los gastos en pesos y se cosechó en dólares. Para algún desmemoriado, le recuerdo que el dólar llegó a costar $ 3.71 en junio de 2002. Para los que no tenían granos, pero sí la posibilidad de hacer líquido algún otro stock, el Dr. Duhalde elaboró la normativa que también permitió cancelar las deudas con Bonos a un valor aprox. del 30% del monto adeudado. Esto ocurrió.
Ese enriquecimiento, que en el mejor de los casos, en parte volvió como inversión, lo solventó toda la sociedad. Nadie habló allí de precios internacionales y dólar caro. El costo de la posibilidad de cancelar esa deuda en pesos o en bonos, fue absorbido por el conjunto del país y ningún sector se opuso a ello. Solidaridad, generosidad, interés común o también la construcción, una vez más, de un relato que evita mostrar que en este país el enriquecimiento muchas veces se presentó como licuación de pasivos.
Claro que no todos en Argentina habían tomado créditos. Muchos industriales habían quebrado (batimos records históricos) y los trabajadores gerenciaban como podían las empresas. Desaparecieron tantísimos emprendimientos que por establecer una comparativa: no compraban los vecinos. Significaba desempleo y desinversión. Simplemente no resultaba fabricar nada. Eran épocas de “alto costo laboral” y de libros que hablaban del “fin de la historia” y del “fin del trabajo”. Real esa era la verdad de las políticas del nefasto “Consenso de Washington” traducidas, entre otras, en Fundación Mediterránea y otros opinólogos locales, increíblemente hoy vigentes. Tampoco tomaron créditos los sectores más desprotegidos, los desocupados, los jubilados ni las pymes que sobrevivieron, golpeadas en su economía por la implementación de la receta neoliberal; tampoco los tomó el mercado informal, etc. Todos estos sectores pagaron por una equiparación que directamente no los beneficiaba en nada. Más bien todo lo contrario. Y esto ocurrió.



¡Soja sola nomás!
Seguramente la puja por la rentabilidad ha encontrado a un sector, el agropecuario (no todo) que sorprende que se movilice puesto que hoy el aglutinante es la renta del sector. Claro, no se movilizan las Mujeres Agropecuarias en Lucha que hasta fueron detenidas, en épocas de Menem, por evitar remates cantando el himno. Tampoco el MOCASE ni el MOCAFOR. Ellos peleaban cuando les peligraba la pérdida del sustento y como algunos de ellos relatan, los campos no los compraba ni Bennetton ni los Grobo; sino los vecinos. Tampoco los trabajadores rurales que a pesar de la evolución del sector, siguen siendo según los datos oficiales los de salarios más bajos de todo el mercado laboral. Habría que ver cuáles libertades tienen los que acuden a los cortes.
Pero volvamos al conflicto, como decía, este sector no se había movilizado en los 90 (solo 2 tractorazos) ni tampoco en los 80 cuando las retenciones eran absolutamente brutales. ¿Cómo? Recuerdo, y esto no debe ser grave, la existencia de dos tipos de dólar. El Oficial y el Paralelo. Recordemos más. El oficial era el valor del dólar que el Estado les devolvía a los exportadores y el Paralelo era el dólar que compraba la gente para tener dólares billetes. Veamos algún ejemplo para que aquellos más jóvenes que el que escribe (38) entiendan y para que milagrosamente sea recordado por el resto.
Por ejemplo, la brecha en un momento del peso sobrevaluado (el “déme dos”) como en 1982 la brecha entre Dólar Oficial y Paralelo llegó a superar el 40%. Y en 1983, un mes antes de las elecciones llegó el Paralelo (25,90 $a) a costar el doble prácticamente que el Dólar Oficial (13,20 $a). Es decir que la brecha para el caso llegó al 50%. (49,2 % con exactitud)
Sin embargo, aún así la discusión de hoy vale como tal y nunca como imposición de un sector (por amplia representación que el sector invoque) al Estado, representado hoy por el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.



El contexto
Por eso vale clasificar no sólo en grandes y pequeños sino también por sector productivo. Leche, carne y trigo tienen una agenda distinta de la soja y de los pules financieros. El Gobierno así lo entiende y de allí que se establezcan políticas por sector. Los pules financieros, que tienen como cabeza visible a las multinacionales y a los nacionales que se transnacionalizaron en este gobierno, están también nutridos de pequeños ahorristas que depositaron en ellos (compraron su cuota parte en el fideicomiso) la expectativa de lucro financiero que la Banca Pública y Privada no ofertaron. De allí también que muchos particulares que ahorraron, se sintieron afectados por la medida de las retenciones móviles. En realidad por la renta que obtendrían de la especulación con el ahorro obtenido.
En el 2000 y 2001 no le fue mal a todo el mundo. El contexto internacional no era malo y a nosotros sí nos fue mal, mal. El campo estaba.
Miremos hoy hacia adentro. Es la oportunidad de prolongar un ciclo de crecimiento histórico. El país que acumuló reservas por U$ 50.000.000.000 es el nuestro. No es ajeno. De la lógica del endeudamiento a un política fiscal responsable que cuando canceló la deuda con el FMI (unos diez mil millones) los mismos que hoy agitan la conflictividad, decían que corríamos riesgos por la carencia de reservas. También hablaron de tarifazos elección tras elección desde 2003. Parece ser que antes cuanto menos se equivocaron, sino mintieron. Además reciente e intencionadamente, agitaron una corrida financiera. Esto cuanto menos merece un reproche, cuanto menos por la incompetencia y la perversa intencionalidad que quedó expuesta.



Hoy
El impulso que ha tomado la economía hizo que esos sectores, que no sólo sufrieron las políticas aplicadas, sino que fueron los que tuvieron el mayor costo de salida, hoy se encuentren incorporados al sistema. En Bahía Blanca, ciudad que tuvo el segundo puesto en desocupación nacional, hoy, con más de 20.000 nuevos puestos de trabajo, la realidad marca que estamos por debajo del 9 % de desocupación y que la pobreza retrocedió del 40 % a menos del 20%. Aún así, el desafío es seguir mejorando esos índices que son los que reflejan el bienestar de la población.
Esto que parece una obviedad… parece no serlo. Tenemos un Gobierno por cuatro años con un plan aprobado en los hechos y recientemente en las urnas. Aún en las diferencias debemos avanzar para terminar las deudas sociales, que aún, no fueron saldadas y para que la riqueza, que nunca derrama, se distribuya de la manera más digna: que es a través del trabajo.





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