“LA DISTRIBUCIÓN DIGNA DE LA RIQUEZA SE GARANTIZA GENERANDO TRABAJO”

Por: Dr. Santiago Nardelli
Senador Provincial (FPV)

Dos carteles mal pegados se superponían por azar en un teléfono público. Decían “todos con el campo” y “se necesita vendedora”, con la dirección del comercio que la requería.
La Argentina tuvo profundos cambios. No sólo ahora, década tras década. Tanto es así que para quién escribe estas líneas la palabra “cambio” no conlleva ninguna connotación positiva, ni negativa. Es neutra. Negativa a veces y positiva también. Pesan la realidad y los objetivos trazados


Dinámica vs. Estática
Queremos consolidar los cambios que de seguro representaron una evolución en el nivel de vida de los argentinos.
Sin dudas la drástica reducción del desempleo es uno de los principales logros. Un tema que fue el principal para la sociedad en su conjunto hasta hace no más de 4 años. Hoy no figura como prioritario en las encuestas “de preocupación” y, demasiadas veces, quienes interpretan esos “datos” surgidos de ellas, olvidan mencionar su “desaparición” y mucho más, el por qué de tal cambio en la percepción popular. Pretendiendo con ello ocultar una política de Estado constante y efectiva que no sólo incluyó a una gran masa de trabajadores sino que también apostó al Trabajo Registrado (“en blanco”).
Tampoco podemos dejar de consolidar el crecimiento del país que esta vez no se hizo a la espera del “derrame”, el que no ocurrió nunca en los 90, por lo menos en los límites del territorio nacional. Este crecimiento se logró incluyendo a la gente, trabajadores y jubilados, y ni el analista más optimista aventuraba esta realidad. Es decir, crecimos. Pero aún falta, porque quedan aún argentinos por incorporar.

Todos declaman querer hacerlo; justicia social, equidad, institucionalidad y cuanta virtud del Estado se pueda esgrimir es enunciada en cuanta luz y cámara se enciende. Pero en el debate del “cómo hacerlo” discrepamos. Algunos estamos convencidos que el camino tomado es el correcto. No por una cuestión de fe, sino porque los resultados obtenidos nos transmiten confianza. Otros plantean (por enésima vez) un camuflado retorno al viejo sistema especulativo. Un replanteo del replanteo. Aumentar la tasa de interés y que la especulación supere una vez más a la producción. Replantear si debe discutirse la concentración de riqueza, cuando meses atrás, en campaña, marcaban el tema como asignatura pendiente; Replantear nuevamente el costo laboral contra el empleo digno, la alimentación, la salud y en definitiva la presencia del Estado. No del Gobierno, del Estado. Esa construcción que en 2001 abandonó a los argentinos y que hemos comenzado a recuperar.



Estado Presente
La reaparición del Estado como actor con el Gobierno de Néstor Kirchner generó un nuevo esquema de poder en Argentina. Y el reacomodamiento, aunque más no sea el doméstico, casi siempre genera una incomodidad para quién justamente estaba cómodo. Así los sectores más estáticos del poder tuvieron que compartir con un nuevo y poderoso actor el escenario. Entre las corporaciones, las multinacionales dueñas de las tarifas renunciaron a la imposición como método y con ello a la transferencia de sus dividendos al exterior (vaciamiento del país). Alguna Shell lo intentó y no le fue bien. Apareció el representante del Estado y defendiendo el interés general reencauzó la normal conflictividad entre prestataria y controlador. También los supermercadistas que se sentaron a resolver con el Gobierno los desafíos que la dinámica de la economía generaba. Los industriales, que se vieron favorecidos por el tipo de cambio, acompañaron con beneplácito la irrupción del Estado como moderador y defensor de sus intereses, fuera y dentro del Mercosur, fundamentalmente frente al industrializado Brasil. Acompañan también los sindicatos, que a pesar de que se encontraron muchas veces superados por sus bases, que con el empleo como conquista, comenzaron a reclamar todos los derechos en la relación de empleo y entonces volvieron las paritarias para conducir esa conflictividad permanente. Y muchos más.
Así también lo entendieron los jubilados. Esos olvidados por décadas. Recibieron aumentos y cobertura de salud. Las variables del sector han evolucionado y continúan haciéndolo. Y la gente en general. Tanto es así, que ante la propuesta de la campaña de la hoy presidenta de profundizar los cambios no hizo falta una segunda vuelta electoral.
Dentro del esquema del poder, la Política fue revalorizada como actividad, tanto que por el 2004 la Cámara de Diputados retiró el tapial de hierro que impedía el acceso a la misma y hoy, aún aquellos por quienes se pedía “que se vayan” de la actividad pueden “ejercer” ahora sin agravios generalizantes. Esta es una conquista de la sociedad. Pero cuidémosla, porque vemos hoy debatirse a muchos políticos entre los actores del Poder, apoyando reclamos corporativos o sectoriales, que nunca en su vida sintieron propios y hoy acompañan todo aquello que tiene un teórico rédito electoral. Más bien “encuestoral” (valga el pretendido neologismo); porque rara vez han trasladado esa cuestión a las urnas. Se visten con la ropa de moda pero quienes los conocemos los vemos disfrazados.
Claro, la Argentina no debatió ideas de poder y gran parte de los desprevenidos creen que las cosas cambian sólo porque cambia un Gobierno. De ahí la desilusión con la Alianza, mucho más allá del grotesco que protagonizó el Dr. De la Rúa. Poco cambió del Poder hegemónico de entonces. Riesgo País, (Standard and Poor’s), FMI, etc. Nos distrajeron con rencillas políticas y si uno mira atrás poco había cambiado y nada querían cambiar. Pero hoy existe una discusión.
Cuando, más arriba en el texto, decía que el Estado nos abandonó, lo hacía a sabiendas que ese espacio de poder fue capitalizado por otros sectores y que recién con Kirchner la sociedad civil, el Estado, retomó su rol. Con su representante elegido en las urnas y con el Gobierno que ejerce ese mandato tanto por derecho como por obligación. Y su mandato es la defensa del bien común, no posicionarse de acuerdo a la comunicada tendencia o al volátil humor de turno.
Y la política jugó su juego propio. Alguna izquierda tradicional siguió planteando como alternativa al enemigo de toda mejora: “lo ideal”. Evitando, así, asumir logros de un gobierno popular y no perder nada de lo suyo o no desperfilarse. Otros avalan y acompañan, y otros partieron hacia nuevos rumbos y discursos para congraciarse con los sectores que se incomodan con el Estado (siempre que no les sirva) y hoy con el Gobierno. Así con la política asegurada como actividad no vergonzante, cambiaron estética, discurso, convicciones y compromisos para situarse como una posible alternativa. Con un plan: que todo vuelva. Que el Estado no intervenga camuflando la intención en permanentes críticas metodológicas. Allí fue Carrió, sin Lovuolo que proponía retenciones móviles y en definitiva sin el ARI. También tomo distancia Duhalde sin PJ institucional, a la espera del agradecimiento del “campo” por la licuación del pasivo sectorial; y Lavagna, sin ministerio. Siguieron silenciosos Macri y un frustrado López Murphy. Los demás referentes se ocultan en comunicadores que hacen las veces de oposición “independiente” desdibujando su rol y convirtiéndose en editorialistas permanentes para velar la palpable ausencia de ideas opositoras.



Gran Hermano
Encontraron en De Angeli lo que tanto criticaron. Un emergente de un Reality montado en Gualeguaychú sobre un violento e irreflexivo piquete, donde los canales de noticias (al igual que el tan criticado Gran Hermano) nos mostraban de mañana, tarde, noche y madrugada imágenes y replay del piquete y del piquetero (por rural que sea). También se amplificaban sus caras de disconformismo mientras hablaba la presidenta de la Nación. Además, con ninguna intención anárquica, a este ciudadano común le otorgaban el mismo espacio (y legitimidad en los editoriales) que al representante del Estado. De la Nación. Y no se lo criticó por insultar y degradar a nuestro representante. En el caso es Cristina Fernández de Kirchner; pero con ello nos insultó a todos; al menos así lo sentí cuando vi la reproducción de sus dichos en algún recorte de la prensa internacional.
El piquete, el desabastecimiento y la pseudo aduana allí instalada fueron prepotentes, intolerantes y violentos.
Hoy el compromiso, como país, es seguir avanzando. Con tolerancia. Tratando de contener a aquellos sectores que reclaman y que no se sienten incluidos dentro del histórico crecimiento del país. Pero también sincerando las expectativas y los beneficios recibidos.
Patacones, Lecop, Riesgo País, etc. Hoy la realidad es otra. Aunque no lejana en el tiempo si en la economía. Ya no son los clubes del trueque el principal lugar de intercambio y se exige a cuanto vendedor ambulante que se “regularice”. Esto es posible en un país que reconstruimos todos en poco tiempo. Nadie es “el dueño” de ese progreso pero si debemos protegerlo todos como propio porque representa el bien común y un camino para avanzar y no para retroceder.
Distinguir
El complejo análisis del tema agropecuario merece no caer en la trampa de generalizar lo no generalizable. Aunque tengan puntos de contacto no es la misma realidad la de los productores con largos períodos de sequía, que la de aquellos preocupados por el valor de la urea.
Tampoco uno debe desconocer la dinámica de un sector que, de seguro no todos sus componentes, acumuló una deuda al 2003 que tenía, sólo en el Banco Nación como garantía, la hipoteca de 14.000.000 de hectáreas. Que dicha deuda, sin contar con algunos malos administradores que los debe haber también, fue producto de la política 1 a 1 del ex presidente Menem. Hoy, recordar lo bien recibido que era en la Sociedad Rural, representa un verdadero ridículo del sector.
También, recuerdo un triste episodio con una jubilada, Norma Pla, a la que pretendieron caricaturizar sacándole la peluca. Estaba ahí porque reclamaba una mejora en los $ 150 de su jubilación y reprobaba la gestión (de la ausencia del Estado) de Carlos Menem. Norma Pla no fue hasta donde yo tenga conocimiento deudora del sistema financiero y falleció sin poder recibir nada del Estado, ni siquiera los sucesivos aumentos que el Gobierno de Kirchner reconoció a los jubilados que cobraban la mínima.
De las 14.000.000 de hectáreas hipotecadas hoy queda menos de un millón. Aclaro que el Chaco, en estado de importante avance a través de un fideicomiso, y el Sudoeste Bonaerense aún hoy no han podido resolver definitivamente su situación. Deben y merecen un tratamiento acorde a su situación particular y por ello esta conflictividad que plantea el sector contiene el reclamo, pero su solución justamente, pasa por tener un trato desigual al resto. Y debemos ser explícitos aquí dejando afuera de la discusión por las retenciones móviles a la soja, al sector del campo afectado por las variaciones climáticas y los últimos tiempos de sequía. Porque confusiones tales, impidieron que el gobierno pueda avanzar en una agenda particularizada de temas y soluciones sectoriales que incluían no sólo la diferenciación de los pequeños y medianos productores, sino la de cada especialidad de la producción: leche, trigo, carne, soja. No olvidemos que la igualdad se debe entender como “tratar igual a los que se encuentran en iguales circunstancias”.
Seguramente semejante acumulación económica tiene que estar respaldada en la rentabilidad cuanto menos del sector que estaba endeudado. Además…La deuda tomada en dólares fue pagada en pesos, que para quienes tenían los silos con granos representó un enriquecimiento importante. Se pagaron los gastos en pesos y se cosechó en dólares. Para algún desmemoriado, le recuerdo que el dólar llegó a costar $ 3.71 en junio de 2002. Para los que no tenían granos, pero sí la posibilidad de hacer líquido algún otro stock, el Dr. Duhalde elaboró la normativa que también permitió cancelar las deudas con Bonos a un valor aprox. del 30% del monto adeudado. Esto ocurrió.
Ese enriquecimiento, que en el mejor de los casos, en parte volvió como inversión, lo solventó toda la sociedad. Nadie habló allí de precios internacionales y dólar caro. El costo de la posibilidad de cancelar esa deuda en pesos o en bonos, fue absorbido por el conjunto del país y ningún sector se opuso a ello. Solidaridad, generosidad, interés común o también la construcción, una vez más, de un relato que evita mostrar que en este país el enriquecimiento muchas veces se presentó como licuación de pasivos.
Claro que no todos en Argentina habían tomado créditos. Muchos industriales habían quebrado (batimos records históricos) y los trabajadores gerenciaban como podían las empresas. Desaparecieron tantísimos emprendimientos que por establecer una comparativa: no compraban los vecinos. Significaba desempleo y desinversión. Simplemente no resultaba fabricar nada. Eran épocas de “alto costo laboral” y de libros que hablaban del “fin de la historia” y del “fin del trabajo”. Real esa era la verdad de las políticas del nefasto “Consenso de Washington” traducidas, entre otras, en Fundación Mediterránea y otros opinólogos locales, increíblemente hoy vigentes. Tampoco tomaron créditos los sectores más desprotegidos, los desocupados, los jubilados ni las pymes que sobrevivieron, golpeadas en su economía por la implementación de la receta neoliberal; tampoco los tomó el mercado informal, etc. Todos estos sectores pagaron por una equiparación que directamente no los beneficiaba en nada. Más bien todo lo contrario. Y esto ocurrió.



¡Soja sola nomás!
Seguramente la puja por la rentabilidad ha encontrado a un sector, el agropecuario (no todo) que sorprende que se movilice puesto que hoy el aglutinante es la renta del sector. Claro, no se movilizan las Mujeres Agropecuarias en Lucha que hasta fueron detenidas, en épocas de Menem, por evitar remates cantando el himno. Tampoco el MOCASE ni el MOCAFOR. Ellos peleaban cuando les peligraba la pérdida del sustento y como algunos de ellos relatan, los campos no los compraba ni Bennetton ni los Grobo; sino los vecinos. Tampoco los trabajadores rurales que a pesar de la evolución del sector, siguen siendo según los datos oficiales los de salarios más bajos de todo el mercado laboral. Habría que ver cuáles libertades tienen los que acuden a los cortes.
Pero volvamos al conflicto, como decía, este sector no se había movilizado en los 90 (solo 2 tractorazos) ni tampoco en los 80 cuando las retenciones eran absolutamente brutales. ¿Cómo? Recuerdo, y esto no debe ser grave, la existencia de dos tipos de dólar. El Oficial y el Paralelo. Recordemos más. El oficial era el valor del dólar que el Estado les devolvía a los exportadores y el Paralelo era el dólar que compraba la gente para tener dólares billetes. Veamos algún ejemplo para que aquellos más jóvenes que el que escribe (38) entiendan y para que milagrosamente sea recordado por el resto.
Por ejemplo, la brecha en un momento del peso sobrevaluado (el “déme dos”) como en 1982 la brecha entre Dólar Oficial y Paralelo llegó a superar el 40%. Y en 1983, un mes antes de las elecciones llegó el Paralelo (25,90 $a) a costar el doble prácticamente que el Dólar Oficial (13,20 $a). Es decir que la brecha para el caso llegó al 50%. (49,2 % con exactitud)
Sin embargo, aún así la discusión de hoy vale como tal y nunca como imposición de un sector (por amplia representación que el sector invoque) al Estado, representado hoy por el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.



El contexto
Por eso vale clasificar no sólo en grandes y pequeños sino también por sector productivo. Leche, carne y trigo tienen una agenda distinta de la soja y de los pules financieros. El Gobierno así lo entiende y de allí que se establezcan políticas por sector. Los pules financieros, que tienen como cabeza visible a las multinacionales y a los nacionales que se transnacionalizaron en este gobierno, están también nutridos de pequeños ahorristas que depositaron en ellos (compraron su cuota parte en el fideicomiso) la expectativa de lucro financiero que la Banca Pública y Privada no ofertaron. De allí también que muchos particulares que ahorraron, se sintieron afectados por la medida de las retenciones móviles. En realidad por la renta que obtendrían de la especulación con el ahorro obtenido.
En el 2000 y 2001 no le fue mal a todo el mundo. El contexto internacional no era malo y a nosotros sí nos fue mal, mal. El campo estaba.
Miremos hoy hacia adentro. Es la oportunidad de prolongar un ciclo de crecimiento histórico. El país que acumuló reservas por U$ 50.000.000.000 es el nuestro. No es ajeno. De la lógica del endeudamiento a un política fiscal responsable que cuando canceló la deuda con el FMI (unos diez mil millones) los mismos que hoy agitan la conflictividad, decían que corríamos riesgos por la carencia de reservas. También hablaron de tarifazos elección tras elección desde 2003. Parece ser que antes cuanto menos se equivocaron, sino mintieron. Además reciente e intencionadamente, agitaron una corrida financiera. Esto cuanto menos merece un reproche, cuanto menos por la incompetencia y la perversa intencionalidad que quedó expuesta.



Hoy
El impulso que ha tomado la economía hizo que esos sectores, que no sólo sufrieron las políticas aplicadas, sino que fueron los que tuvieron el mayor costo de salida, hoy se encuentren incorporados al sistema. En Bahía Blanca, ciudad que tuvo el segundo puesto en desocupación nacional, hoy, con más de 20.000 nuevos puestos de trabajo, la realidad marca que estamos por debajo del 9 % de desocupación y que la pobreza retrocedió del 40 % a menos del 20%. Aún así, el desafío es seguir mejorando esos índices que son los que reflejan el bienestar de la población.
Esto que parece una obviedad… parece no serlo. Tenemos un Gobierno por cuatro años con un plan aprobado en los hechos y recientemente en las urnas. Aún en las diferencias debemos avanzar para terminar las deudas sociales, que aún, no fueron saldadas y para que la riqueza, que nunca derrama, se distribuya de la manera más digna: que es a través del trabajo.





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DEBATE SOBRE EL CONFLICTO AGRARIO


17 de abril de 2008: Sesión del Concejo Deliberante de Bahía Blanca.
Exposición de Julio Ruiz, concejal FPV.

“Hemos escuchado en este recinto distintas argumentaciones, todas atendibles dentro del disenso democrático. Por supuesto que tengo una posición que es clarísima y no es de ahora, es de hace muchos años, no diría que tantos años como los que tengo ahora, pero muchos.
En ciertas cuestiones, por ejemplo lo que decía el concejal Sangre respecto de tener una política para el sector sudoeste de la provincia de Buenos Aires, que la tenemos que discutir y llevar adelante, creo que nadie acá va a estar en contra.

Respecto de la situación en que nos encontramos y de la situación que salimos, recuerdo la Navidad de 2001 en mi casa. Creo que nunca pasé una Navidad más triste. ¡Y no era mi gobierno el que caía! ¡Para nada!, como no lo era el de Menem, ¡menos! Y repito, nunca pasé una Navidad tan triste…, y pasé Navidades tristes durante la dictadura, porque no veía cómo íbamos a salir de esa situación, no le encontraba la vuelta. Sentía desesperanza, casi la misma que sentí en estas últimas semanas. Una gran tristeza.



Recuerdo que hablaba con mi mujer; en mi casa se junta toda la familia para esas ocasiones, y me había ido al patio solo, porque la verdad es que me sentía mal, más allá de que toda manifestación del pueblo tiene sus razones, ¡porque vamos a terminar con la palabra “gente”, que se ha utilizado tanto en estos días por parte de los medios, no existe la “gente” es una entelequia eso! ¿Qué gente? ¿Gente linda, gente fea, gente blanca, gente negra? ¡Estos días se han escuchado en los medios y en algunos cenáculos disparates mayúsculos, por parte de personas que se supone tiene cierta calificación al hablar!

Retomo lo que quiero graficar: hablaba con mi mujer y le decía: “mira, como señalaba Perón: la cuestión es poner la manguera para adentro” y salimos de nuevo, porque la Argentina tiene tantos recursos de todo tipo, naturales y humanos, que es posible salir de una cosa que parecía sin retorno”.

Y este gobierno puso la “manguerita” para adentro. No nos vamos a hacer los héroes. Ni tampoco vamos a decir que este gobierno bajó de Sierra Maestra y dio vuelta el país. Nada de eso. Pusieron la “manguerita” para adentro y con un poquito la situación aquella que era final, terminal, se revirtió en los aspectos más importantes. Basta mirar los números. Nuestro país viene de una situación de catástrofe. No de ahora, desde hace 30 años. De catástrofe en catástrofe.

Entonces se hace necesario aplicar políticas de post catástrofe, y eso es lo que se intenta hacer.
Hay algunas cuestiones en que puedo disentir con nuestro gobierno. ¡Pero porque creo que hay que ir más profundo, más hasta el hueso! Porque hay tipos que hoy protestan y que se han beneficiado con el hambre de los argentinos, con la muerte de los argentinos… Se han beneficiado en estos últimos treinta años.

Por eso preguntemos sinceramente: ¿Qué pasa acá? ¿Cuál es el debate que tenemos hoy en esta sociedad argentina? Porque pareciera que no pasó nada, que venimos del paraíso terrenal y hay cuestiones muy serias que están en debate.

Y estas cuestiones se inscriben dentro de lo que es la intensa puja distributiva. Incluso la inflación, que pareciera que nadie sabe de donde sale. No falta quien hable de los salarios ¡Oh, los salarios de los trabajadores! ¡Pero ese es un argumento falaz que lo conocemos, - los que tenemos algunos años y los que han leído un poco de economía o de historia - , que ha venido acompañándonos de tiempo inmemorial! Siempre las políticas liberales, que yo llamaría más apropiadamente conservadoras, le han echado la culpa a los “laburantes” de la inflación, porque ocurre que, en todo su derecho, ellos piden también su parte cuando la cosa está mejor, ¡y me parece perfecto!.

Porque ¿saben quién hizo que la Argentina pudiera salir medianamente del berenjenal en el que estábamos metidos?... ¡Los laburantes, no el “campo”! ¡Los laburantes, que se comieron una mega devaluación sobre sus espaldas, para poder financiar al resto de la sociedad, sobre todo a los que exportan el fruto de su trabajo!

En estos días escuché infinidad de pavadas. Incluso una cosa que se viene meneando que es hacer sinónimo de poder y gobierno. ¡Nada más equivocado! Es muy raro que un gobierno en la Argentina, sobre todo legítimamente y democráticamente constituido, tenga el poder.

El poder lo han tenido los gobiernos dictatoriales, porque justamente llegaron en alianza con los sectores más reaccionarios y más concentrados del capital argentino que tiene el poder. Los gobiernos democráticos, a pesar de que algunos coquetean con ese poder, nunca lo tienen, son jaqueados por el poder. Y si no que lo diga Alfonsín – no Menem, por supuesto – que era parte del circo; que lo diga De La Rúa, y que lo digan los gobiernos anteriores al Proceso. Recordemos a Isabel Perón… ¿Cuántos paros o mal llamados “paros patronales” se hicieron preparando el golpe durante su mandato? Porque acá tenemos otro tema y no es semántico: eran lockouts, lockouts patronales, porque el paro, la huelga, es un recurso de los trabajadores y está consagrado por el Artículo 14 bis apartado II de la Constitución Nacional.

¡No veo en la Constitución que se ampare al lockout! ¡No existe el amparo al lockout! Los trabajadores se han ganado esa herramienta (la de la huelga) para sí. Mucho menos existe legislación a favor del bloqueo de rutas y el desabastecimiento. Y digo esto porque acá algunos medios tratan de comparar un bloqueo de ruta patronal; - un bloqueo que puede ser chico, mediano, grande o grandísimo, como quieran - con las medidas que tomaban los desocupados en épocas que parecen lejanas pero están muy cerca en el tiempo.

Y a mi se me ocurre comparar esto con el hurto famélico. En este recinto hay abogados y me pueden corregir. El hurto famélico (el que roba un pedazo de pan para comer) no se castiga. Pero eso no quiere decir que me habilite a mí para robar.

Por eso ¡cuidado con las calificaciones que se le han dado a esta forma de protesta por parte de cierta prensa que también forma parte del poder y de los grupos más concentrados del poder!

Esta situación que estamos viviendo hoy, deviene de una situación internacional en la que los precios internacionales de los alimentos están creciendo en forma espectacular. Esto no es culpa de la Presidenta Fernández de Kirchner. Hay una realidad en la que el mundo tiene hambre, y esto ya lo adelantaba Perón en 1974. Decía “los países productores de alimentos van a ser, dentro de 20 ó 30 años, países preponderantes y la Argentina va a estar entre ellos”.

La verdad es que nosotros tenemos una ventaja, que Martínez de Hoz y sus discípulos llamaba “comparativa”, con relación a la feracidad de nuestras tierras. Esto daba al campo cierta preeminencia sobre la industria y él a la industria la destruyó.

Esto debería ser un beneficio para todos los argentinos y no sólo para un sector. Porque el campo además, tiene una ventaja que no la tiene ningún otro sector productivo, y esto es de manual. ¡De David Ricardo!, que es la renta de la tierra. ¡Es la renta, no es la ganancia! El industrial tiene costos y ganancias, la tierra tiene otro componente que es la renta, es decir costo, ganancia y renta, nadie más la tiene.

¿Y el monopolio del suelo? Dice Samuelson en su famosísimo manualito, citando a Will Rogers: “La tierra es un muy buen negocio, han dejado de fabricarla”.

Entonces, esto de las retenciones a las exportaciones no es algo que se le ocurrió a un loco. Nadie en su sano juicio, en esta situación de suba permanente del precio de los alimentos en el mundo, va a hacer que un país como la Argentina, que tiene las praderas más pródigas del mundo no retenga parte de sus valores exportables.

¡Ni Carrió, ni López Murphy, ni ninguno de los que hoy están en la oposición, en la eventualidad de ser gobierno levantarían las retenciones porque se suicidarían! Sarkozy, que es un tipo de derecha ¿no?, está poniendo precios máximos a algunos alimentos. Digo ¿nosotros acá qué estamos discutiendo?

Es cierto que en la protesta agraria también hay sectores medianos y pequeños, pero no se puede admitir esta metodología. No se puede decir que es lo mismo que hacían D’Elía y sus desocupados, porque no lo es y eso está claro.

Tenemos también el tema de los recursos estratégicos, y nadie puede discutir que los alimentos no lo sean. ¿Pueden los recursos estratégicos estar en manos de la voracidad del capital privado? Yo aclaro que no soy un tipo al que le encante el capitalismo, es una basura, que nos ha jodido la vida a la humanidad en los últimos siglos. La verdad es que me gustaría inventar otra cosa. Nosotros teníamos herramientas como la Junta Nacional de Carnes, la Junta Nacional de Granos, que en la década del ’90 fueron liquidadas. No escuche a un solo productor, ni siquiera los llamados chicos, que dijeran “devuélvannos estas herramientas que son importantes para nosotros”. No los escuché.

Tampoco escuché protestas del “campo” cuando Krieger Vasena llevó las retenciones a más del 50% en épocas de Onganía. Esas estaban bien, pero porque coincidían ideológicamente, porque acá hoy se nos pretende meter en una confusión ideológica.

A mi me dicen (el concejal Martínez) que hubo un atentado al local del Partido Comunista (en Bahía Blanca), y que algunos energúmenos atentaron contra la referencia histórica en “La Escuelita” y en otros lugares. ¡Esos energúmenos están acá, entre nosotros, viven entre nosotros! ¿O de dónde salieron? ¡Estos días salieron todos! Acá apareció un tipo que estaba entre los organizadores de una marcha supuestamente a favor del “campo” y se subió al palco y dijo “”que vuelva Videla. ¡Y había testigos calificados (concejales) entre el público y no pasó nada, no escuché nada, no hubo ni siquiera una declaración!

…¿De qué “campo” me hablan? ¡Yo estoy a favor de la Argentina! Hagamos algo a favor de Argentina. Basta de prestar oído a incitaciones y apologías. Esto a mi me preocupa terriblemente...

Está claro entonces, que lo que está ocurriendo no es ni tan sencillo, ni es un problema sólo con las retenciones, ni de la situación de los chacareros de Entre Ríos, ni siquiera de los del sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

La concejala Quartucci dice que es de quinta generación de chacareros. Yo provengo de una familia de chacareros desalojados, aunque debo confesar que no sé cómo se sube a un caballo, si por la izquierda o por la derecha. Mi abuelo materno vino de Italia con la promesa de tierras para trabajar. Vino en la década del ’80 del siglo XIX. Vino a parar a Chasicó, que creo que no son las mejores tierras de la provincia de Buenos Aires, no había tierras y tuvo que arrendar. Se lo arrendaba a alguien, ya había un dueño.

O sea que yo también conozco cómo es. Conozco la superexplotación de los arrendatarios, del campesino sin tierra ¡Y resulta que había renta en Chasicó!, en esas tierras “pobres”. Porque para que haya un arrendamiento, tiene que existir la renta.

Para mí de ninguna manera el hombre de campo es mi enemigo ¡cómo lo va a ser! ¡Al contrario! Pero algunos “bichos”, algunos “vivos” están usando esto para crear una situación de intolerancia, de mala fe, porque no es cierto que este diálogo cruzado y alevoso lo empezó la Presidenta, porque primero hubo un corte de rutas.

Y me pregunto: ¿el corte de rutas para quién era? Era para otros productores que intentaban llevar su mercadería al mercado. Esos, muchos, no estaban en el corte.

Digo: una medida de “prepo”, violenta, muy violenta, porque lo que se intentaba, y lo dijeron por televisión, yo no lo podía creer; dijeron que lo que se intentaba era desabastecer de alimentos a la ciudad, al pueblo de la ciudad.

¡Vamos a parar un poco! Creo que con esto podemos llegar a cualquier disparate. Si a eso le agregamos a Cecilia Pando y al energúmeno éste que ni quiero saber como se llama, que se subió acá a la “tribuna del campo”, y que alguien lo bajó porque les “escupía el asado” (pero... ¡estaba ahí en la organización!) vamos a ir para cualquier lado.

Entonces cuidado, porque estamos llegando a una situación de mucha intolerancia, y esto me preocupa, porque he visto todos los golpes, y todos los golpes se hicieron en nombre de las instituciones que estaban en peligro y de la democracia que estaba en peligro. ¡Todos!

Tengo que leer en el Diario La Nación que dice que este gobierno es “colectivista”. ¡Es un fenómeno! ¡Ojalá fuera un poquito más colectivista! ¡Por otro lado la Señora Carrió, lo califica de “fascista”! ¡Pónganse de acuerdo! ¡Yo a esta novela la conozco! ¡Comunistas y fascistas eran lo mismo!... Perón era fascista para algunos y comunista para otros.

Entonces creo que, más allá de esta discusión que me parece saludable, tenemos que poner un poco de racionalidad, un freno, tirar agua al fuego, porque hay mucho en juego y los bicharracos que están en los intersticios de nuestra sociedad, se están relamiendo, y yo la verdad es que no quiero ni para mi Patria ni para mí, volver a pasar por eso.

Antes de finalizar, tengo acá un informe del Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca (CREEBBA) de noviembre del año pasado, que si les parece lo leo, pero se me ocurre que es perder el tiempo porque todos lo deben conocer. Bien, el CREEBBA me parece que no es de izquierda ¿no?, su orientación es más bien conservadora, bueno dice que: la situación del campo en la zona sudoeste de la provincia de Buenos Aires es excelente, es muy buena y mejores son las perspectivas.

Y no es el caso del productor que tiene dos plantas de lechuga, porque él es como yo que tenía una librería y en determinado momento del menemismo la tuve que cerrar y no le pude pedir al gobierno que me reconociera una situación de “emergencia librista”, porque tal cosa no existía, ni existe.

Esto está en juego: el “modelo”. Que intervenga el Estado a veces es bueno y a veces es malo, según a quien le convenga. Y acá tiene que intervenir el Estado y tiene que fijar políticas para todos los argentinos. Y quizás en esto hemos tenido errores desde el gobierno.

Reitero, yo sería muchísimo más duro, pero no con el campo, porque este debate no da para más. Yo sería mucho más duro con los sectores más concentrados del capital en la Argentina – que incluye a productores del agro – que se han beneficiado con superganancias y siempre han sido golpistas.

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